Después de 20 años de haber introducido los cigarrillos electrónicos, la prevalencia del tabaco en Reino Unido ha caído un 50%. Se espera que el próximo año el número de vapeadores supere el de fumadores. El apoyo del gobierno al vapeo y la fuerza de la sociedad civil organizada han permitido ver el poder de la reducción de daños del tabaco.

El Reino Unido está a punto de escribir una nueva página en la historia de la salud pública mundial: el número de personas que vapean pronto superará el de quienes fuman. Así lo anticipa el más reciente informe del Global State of Tobacco Harm Reduction (GSTHR), titulado “¿Un Reino Unido sin humo? Cómo la investigación, las políticas y el vapeo han reducido las tasas de tabaquismo”. 

El documento recién publicado no es solo una constatación de cifras, sino un testimonio del cambio profundo que ha transformado la relación de millones de personas con la nicotina gracias a la adopción de productos más seguros como los cigarrillos electrónicos. Igualmente, reivindica el papel crucial que juegan las políticas públicas basadas en la evidencia científica.

El informe del GSTHR subraya que la tasa de tabaquismo en el Reino Unido ha disminuido casi un 50 % desde que los dispositivos de vapeo comenzaron a ganar terreno hace casi dos décadas. Si en 2005 el 23,7 % de la población adulta fumaba, en 2022 esa cifra se redujo al 12,9 %. Las proyecciones para 2025 indican que menos del 10 % de los adultos seguirán fumando, mientras que el porcentaje de vapeadores continuará su ascenso, consolidando un cambio sin precedentes en la historia del control del tabaco.

Un país pionero

Este cambio no ha ocurrido en el vacío. No se trata solo de una tecnología innovadora que llegó al mercado y sedujo a los consumidores. Es el resultado de un enfoque integral y proactivo por parte del gobierno británico, que ha sabido combinar investigación científica, políticas públicas visionarias y acceso universal a alternativas más seguras. Un ejemplo clave es la campaña «Swap to Stop», lanzada en 2023, una iniciativa mundial pionera que ofreció kits de vapeo gratuitos a un millón de fumadores para ayudarlos a dejar el tabaco.

Pero el Reino Unido no es nuevo en la escena de los avances en salud pública. Desde la década del cincuenta, el país ha sido cuna de algunos de los estudios más influyentes sobre los daños del tabaquismo. Fue en 1950 cuando se estableció por primera vez la relación entre el consumo de tabaco y el cáncer, un hito que transformó la forma en que entendemos los riesgos del tabaquismo y que desencadenó una oleada de investigaciones sobre sus efectos en la salud. 

«Cuando el vapeo supere al tabaco el próximo año, no será solo por una revolución liderada por los consumidores, aunque esto ha sido significativo; será el resultado de decisiones pragmáticas de gobiernos que han basado sus políticas en la evidencia disponible”.

En 2015, Public Health England dio un nuevo giro al publicar un informe que cambiaría el enfoque global sobre el vapeo al concluir que los cigarrillos electrónicos eran un 95 % menos dañinos que el tabaco. Este dato no solo sacudió las bases de la percepción pública, sino que sirvió para que los gobiernos sucesivos impulsaran políticas para incentivar el uso del vapeo como herramienta de reducción de daños.

El éxito de este enfoque en el Reino Unido se debe, en gran parte, a la labor de organizaciones como Knowledge·Action·Change (K·A·C), que con proyectos como el GSTHR, el Foro Global sobre Nicotina (GFN) y la THR Scholarship ha jugado un papel central en la promoción y expansión de la reducción de daños por tabaco. 

El multidisciplinario personal de K·A·C, bajo el liderazgo del profesor Gerry Stimson, ha trabajado incansablemente durante años para traer al debate público la evidencia necesaria que avala el uso de productos de nicotina más seguros y ha influido directamente en las políticas que hoy permiten que el vapeo esté a punto de superar al tabaquismo en el Reino Unido.

El poder de un enfoque equilibrado

Como afirma David MacKintosh, director de K·A·C: “El descenso en las tasas de tabaquismo en el Reino Unido, al igual que en Japón, demuestra lo rápido que pueden mejorar las situaciones cuando los consumidores tienen acceso a alternativas más seguras a los cigarrillos tradicionales. Cuando el vapeo supere al tabaco el próximo año, no será solo por una revolución liderada por los consumidores, aunque esto ha sido significativo; será el resultado de decisiones pragmáticas de gobiernos que han basado sus políticas en la evidencia disponible”.

Este enfoque equilibrado, que no ignora los riesgos asociados al vapeo, especialmente entre los jóvenes, ha permitido que las autoridades británicas, junto con el Servicio Nacional de Salud (NHS), mantengan su apoyo a esta herramienta como una vía eficaz para dejar de fumar. Sin embargo, recalcan que los beneficios plenos del vapeo solo se alcanzan cuando se abandona por completo el cigarrillo.

El caso del Reino Unido no es solo un éxito en términos de números. Es la prueba viviente de que cuando la ciencia, la tecnología y las políticas públicas se alinean, los resultados pueden ser extraordinarios. Y si bien el país tiene la ambiciosa meta de convertirse en una nación libre de humo para 2030, los pasos que ya ha dado lo posicionan en un camino sólido hacia ese objetivo. 

El vapeo, más que una moda, se ha consolidado como una herramienta clave en la lucha por erradicar los cigarrillos combustibles, una lucha que, gracias a organizaciones como K·A·C y sus proyectos, ha cobrado nueva fuerza, transformando no solo el panorama del Reino Unido, sino también el horizonte de la salud pública global.

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